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Columba: el brunch que se convierte en ritual en La Roma y la Del Valle

En una ciudad donde el ritmo parece no detenerse, existen lugares que invitan a pausar, respirar y disfrutar del momento.

Columba, con sucursales en la Roma y la Del Valle, es uno de esos refugios donde el desayuno y el brunch se transforman en experiencias memorables, envueltas en calidez, nostalgia y una hospitalidad que se siente desde el primer café.

Entrar a Columba es dejar atrás el bullicio y encontrar un rincón donde el tiempo se acomoda a otro ritmo. La luz de la mañana, el aroma del pan artesanal recién horneado y una carta matutina que rinde homenaje a los sabores familiares, son apenas el inicio de una experiencia pensada para disfrutarse sin prisa.

Aquí, el brunch es mucho más que una comida: es un pretexto delicioso para reunirse, conversar o simplemente ser. Las mesas invitan a quedarse, los rincones a perderse en una buena charla y la atmósfera cálida hace que cada visita se sienta como un pequeño ritual personal.

Sabores que abrazan

La propuesta culinaria de Columba celebra la tradición con un toque contemporáneo. Las enchiladas al pibil, rellenas de pollo y bañadas en una salsa cremosa, llegan a la mesa como un abrazo reconfortante. Las enfrijoladas con queso Oaxaca y chorizo evocan la sensación de un fin de semana largo, mientras que los chilaquiles con salsa tatemada y crema de rancho acompañan cualquier conversación que se extiende hasta el mediodía.

No faltan los guiños internacionales, como el Croque-Madame con arúgula fresca o los molletes gratinados, que hacen justicia al pan de la casa. En Columba, el pan es protagonista: cada pieza es horneada artesanalmente, cuidando texturas y sabores con la dedicación de quien escribe una carta de amor.

Ambiente que enamora

Lo que realmente distingue a Columba es su ambiente. Cada detalle, desde la música de fondo hasta la disposición de las mesas, está pensado para que los comensales se sientan en casa. En la sucursal de la Roma, el bullicio citadino queda atrás tan pronto se cruza la puerta; en la Del Valle, la luz y la calma crean una atmósfera íntima y acogedora.

La barra de bebidas es otro de sus encantos. Aquí, la mixología se disfruta desde temprano, con cócteles diseñados para acompañar el desayuno o ese primer brindis del día. Hay opciones cítricas y ligeras, mezclas intensas y, por supuesto, una selección de vinos para quienes creen que algunas mañanas merecen celebrarse.

Un lugar para volver

Columba es el punto de encuentro para quienes valoran los pequeños placeres: una buena charla, un café bien servido, un platillo que reconforta. Es el sitio donde los encuentros se sienten más plenos, donde una puede ir sola y encontrar una mesa donde sentirse bien, donde se celebran las amistades nuevas y las de siempre, y donde cada visita invita a regresar.

Así son los brunch en Columba: pausas en la rutina, respiros que se alargan y conversaciones que se entrelazan con el aroma del café y el murmullo de la ciudad a lo lejos. Un ritual cotidiano que, en cada visita, se transforma en algo inolvidable.

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